miércoles, mayo 28, 2008

La Flor de Puta


Somos así, nuestros e indisolubles. Nos importa un carajo que cavilen, de a ratos hallamos lugares con armonía en nuestra mente. De a ratos tambien se nos va y cantamos guerra al cuerpo. Es referente a los terceros, siempre.

De repente está bueno parar la moto, bajarse y observar el espectáculo, que es nuestro espacio lucífero y noctívago. Nuestra casa, mudar de aires las sábanas de la cama. Hacer frente al patio, o a la terraza con el instrumento favorito y pasarse la tarde sacando temas de lo que se nos cante.

Jurar que somos inhábiles de causar mal alguno, a veces nos cuesta tanto, de todas formas, que nos ahondamos en esas inserciones distantes de sensatez y apoyo

Como cuando el matiz de una piel impropia se te pega tanto en la retina que no sabes de que manera olvidarte, o accionarte. Como cuando ese color de piel ajena se transmuta a pasión y te cubre, y te abraza. Y lo extrañas en la bañadera, o con la nariz hundida en una alacena buscando una lata de arvejas. Pero bien o mal te alcanza, y te banca, y con desgastes kamikaces , decidís que lo que hallaste, y estabas buscando, ya no te sirve.

Y vivimos enrollando un tira larga de película velada por tanta luz, tanta extrema luminiscencia.

No hay comentarios.: